Ya que abriste

 Los hermanos Mirabayes eran mentaos en tuito el pago por lo haraganes. Dende la salida hasta la dentrada'el sol se pasaban lagartiando atrás del rancho y jugando al que sacara más mentiras de los dedos en menos tiempo. Algunas veces, pa variar un poco, jugaban también al que aguantara más rato sin desperezarse, cosa que pa eyos risultaba un sacrificio bárbaro, pues naides que conozca a fondo la cencia de haraganiar inorará lo lindo qu'es un desperezo saboriao con dispacio, gozando hasta del ruidito que hacen las coyunturas al estirarse. Al perdedor le tocaba dir a pechar tabaco entr'el vecindario y agenciarse de paso, alguna cosita con que entretener las carretiyas. Porque la verdá es que, aunque cierta gente asiguraba que los Miarabayes ni comían tan siquiera, pa no tener que verse en el compromiso di hacer la digestión -que al fin y al caboes un trabajo como cualquier otro- lo cierto es que'yos siempre mascan algo, con mucha pachorra, eso sí, pa no cansar las muelas ni la lengua. Aparte d'ese trabajo obligao, y el de darse guelta pal lao contrario cuando se les entumía la media res que afirmaban contra el suelo, tuito lo que hacían los tales Mirabayes era jugar los juegos de que les hablé al prencipio, dormir la siesta'el burro a las diez o sea la qu'eyos yamaban el aperitivo, bostezar un rato a dúo ambos dos -por si esto no risulta muy claro añadiré qu'eran un par d'hermanos-, echarle alguito al buche, disfrutar dispués la verdaera siesta, dormir tudavía un sobresueño ahí por las cinco, pa descansar las vistas, y dispués que medio escurecía dentrar al rancho, mascar alguna cosita y ganar en seguida el catre, convencidos como estaban de que la noche s'hizo pa dormir y el día pa pegarle al ojo. Una mañana, ya muy cerca'el mediodía, los dos hermanos lagartiaban como e'costumbre de panza en el suelo y sin hablar ni jota, porque la pereza era tan qrande que ni de mover la jeta tenían ganas. En una d'esas Nicomedes, qu'era el mayor d'eyos, y por lo mesmo el más canchero, se dió guelta pal lao derecho, a fin de qu'el sol le diera e'frente y le facilitara la yegada'el sueño, que andaba medio ariscón. Y como al hacerlo abrió un poquito los ojos -cuanto cuanto, nomás, pa no cansar al ñudo los párpados-, vido que las gayinas del vecino habían dentrao a la quinta'e su madre y l'estaban mandando pico sin lástima a un cantero e'lechugas ricién nacidas. Com'ustede carcularán, lo primero que se le ocurrió jué yamar a la vieja, que andaba dando sus gueltas de tuito el día entre el rancho, pa que saliese a espantar aqueyas dañinas aves. Pero como tenía una pereza machaza y pa pior habría que gritar juerte -porque la vieja era bastante demorada'e los oídos-, s'estuvo un rato largo estudiando el asunto, pa bien de ver cómo lo podría arreglar sin necesidá d'incomodarse. Y como en un derepente vido que su hermano se ponía a bostezar dispacito, amostrando hasta los agayones, aprovechó tan guena ocasión pa cargarle el guacho y le dijo tranquilamente: -Ché, Celedonio, ya que abriste la boca yamála a mamá.


Serafín J. García (Simplicio Bobadilla) "Peloduro", Septiembre 1945

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